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182 EL DOGMA FRANCISCANO ¿Quieres que bajemos un ratito á la huerta antes que oscurezca? Pues sígueme, que el frío va entrando. ¿Qué? te llama la atención esa puerta cerrada? Debe ser la zapatería, digo la alpargatería, porque como éstos á son frailes descalzos no gastan más que sandalias de al- * pargata. A lo menos así lo colijo yo de esos versos, en los que el sandaliero hace valer su oficio, puesto que dice: Nadie aquí pida sandalias Para calzarse los pies, Sin decir que holló María La cabeza de Luzbel, Con la planta inmaculada Que aquél no pudo morder. Sal por aquí, y mira qué huerta tan hermosa! Aquel pedacito más verde es el jardín de los Padres; ahora con los fríos no tiene vista, pero es delicioso. Fíjate en este nicho de laurel al natural, y en el magnífico azulejo que está debajo, representando á la Virgen. Esta octavilla explica la intención del que lo colocó en ese sitio. Jardín de suma belleza El Padre eterno te hizo, Formándote paraíso Sin abrojos ni maleza: La sierpe audaz, tu pureza (Infame!) quiso morder. Mas... pisaste á Lucifer La inmunda y fiera cabeza. ¿Quieres que continuemos nuestro paseo, á pesar de lo avanzado de la la hora? Nó? Pues entonces salgamos por la Iglesia para no distraer al portero que estará ya
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