BCCPAM000535-2-21000000000000

176 EL DOGMA FRANCISCANO otra sin molestia tuya, como si no te movieras del sitio | en que estás leyendo. ¿Quieres verlo? Pues cierra los ojos... encomiéndate á Dios, que el salto va á ser ma- y úsculo... y... ála una... á las dos... álas tres...!! ¿Lo yes?... ya estamos en el convento, en uno de los baluar- tes franciscanos, donde podrás formarte un concepto aproximado de aquella piadosa lucha de escuela, á vista de las armas destrozadas y de los ricos despojos que hallarás en éste que fué campamento. Ven, llamemos á la portería, y en tanto que abren, repara ese cartelón que está sobre la puerta, y léelo. «Poco cristiano sería El que á esta puerta llegara, y por vergiienza dejara de decir: Ave María. Y menos aquel que oyendo, á Esta palabra de vida, No respondiera diciendo: Sin pecado concebida!” ¿Qué tal? no es verdad que está bonito? Pues si por las vísperas se conoce el día de fiesta, y por la fachada el edificio, figúrate lo que habrá por ahí dentro. Pero ya está aquí el portero que nos abre. Y no es mal pa- recido; joven todavía, parece que va ya vestido con el traje de la modestia; el andar mesurado, los ojos bajos, la cabeza un poco inclinada, el semblante grave y se- reno, con una sonrisa de ángel que le retoza al rededor de sus labios. Me consta que tiene dos Ó tres oficios en el convento; pero es tan aprovechador del tiempo, que aún le sobra una hora diaria para pasarla de hinojos an-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz