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DE MAYO 171 A. e manos se dedicaran á resolver el problema social, nin- guno encontraría solución más fácil ni menos costosa que ésta. El hombre poderoso, obligado á vivir mode- radamente y áser pobre perpétuamente con solemne voto, es la solución completa de la cuestión social. Las grandes propiedades colectivas de los monjes, aquellas compañías 6 comunidades ricas, de limitadísimas nece- sidades, cuyos individuos tenían por voto la pobreza, sin poder aspirar á nada; que ni ganaban ni perdian in- dividualmente, aunque sus rentas creciesen Ó mengua- sen, tenían resuelto de antemano el tremendo proble- ma; y no sólo lo tenían resuelto, sino que su existencia hacía imposible la existencia del socialismo que hoy amenaza tragarnos vivos. Y lo hacían imposible, no só- lo porque se desprendían de sus riquezas en bien de los pobres; no sólo porque compartían con el proletariado el producto de sus tierras, sino porque enseñaban al pobre á soportar con alegría su pobreza: y al rico le en- señaban á dar limosnas, ya con su ejemplo, ya hacien- do resonar en sus oídos las terribles sentencias que an- tes cité. Cada convento era un plantel de predicadores evangélicos que con doctrina y ejemplo enseñaban al rico la piedad con el temor de Dios: y al pobre la paz, la resignación, el amor al trabajo, el respeto á la pro- piedad, el desprecio al lujo, la abnegación y la esperan- za de una felicidad eterna conseguida á cambio de una santa conformidad con los trabajos de esta vida mortal. Conque á poblar otra vez la España de conventos, á de- volver ála Iglesia los bienes que le arrebataron, y cues- tión terminada. —.No le hagas caso, —murmuró doña Riqueta, acer-
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