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EL SOCIALISTA MODELO 159 educar gratuitamente á los hijos del obrero, y lo hace con más solicitud que si se tratara de educar á los hijos de un opulento banquero; y ese hombre, lo repito, se halla aquí entre nosotros, y es el socialista modelo.» (Voces en todo el salón: ¡que salga!l¡que se presente! ¡el público quiere saludarlo! El orador hace grandes esfuerzos por dominar la agitación del auditorio, y continúa: «¡Señores! él saldrá; pero es tan modesto, que su- plica al público que no le tribute ningún elogio; y yo pido más; yo pido que no se le insulte, si se presenta ante vosotros con un traje nunca visto en esta clase de reuniones. El auditorio insiste: ¡que salga! ¡que salga! El orador: Sal pronto, Fr. Casimiro. Empiezan á moverse las cortinas del escenario: el público ansioso fija allí sus miradas: todas las manos es- tán levantadas para batir palmas, aplaudiendo la inte- gérrima conducta del socialista modelo; muévense de ñuevo los telones: se redobla la ansiedad, y en medio del silencio más profundo aparece en la escena un... un fraile!!! con un hábito pardo, algún tanto raído, sujeto 4 la cintura con una cuerda, luciendo su cabeza rasurada y su hermosa barba:de color de castaña. Hubo un momento de sorpresa, de asombro, de ver- dadero pasmo, y tras él un murmullo de admiración y extrañeza; y luego fuertes rumores y algunos silbidos; después gritos de protestas: ¡fuera el fraile! decían unos. ¡A la calle con él! gritaban otros. ¡Que hable! repetían muchos ¡que hable! puede ser que sea un fraile fingido y

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