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158 EL SOCIALISTA MODELO dáis ni aprobéis el tipo que os estoy pr ntando, hasta i i »A A r E nat Ñ nta E r que lo hayais im rado « jimpietam JO ser que no os parezca la conclusión práctica tan sa como los principios, y, sobre todo, porque aún me Í : ] queda mucho que decir de nuestro socialista modelo. Después de haczr cuanto acabo de indicar, sepul- tóse nuestro joven en una biblioteca, y pasando allí en- cerrado días, meses y años, lee, medita, estudia, trabaja y escribe libros preciosos, sin más objeto que el de ins- truir al pueblo en el conocimiento de la y erdad, para conducirlo directamente ála cumbre de la ci ¡lización verdadera. Llevado siempre del amor á sus semejantes, dejó un día su retiro, atravesó los mares, recorrió los desiertos y, expuesto á mii peligros, penetró en los bos- ques de las Islas Carolinas, para llevar la luz de la civi- lización á los pobres salvajes. Vuelto de aquellas remo- tas tierras, sepúltose otra vez en su biblioteca, la cua] abandonó gustoso en la pasada epidemia para servir á los apestados día y noche, consolándolos en sus penas, buscando entre los enfermos al más desvalido, al más haraposo y necesitado, porque ante él, como ante Dios, todos somos iguales y no existe la odiosa diferencia de ricos y pobres, amos y jornaleros. (¡Bien, muy bien! Os vuelvo á suplicar que no me interrumpáis hasta que acabe de fotografiar al verdadero socialista que está aquí entre nosotros, por más que vuestros ojos no lo vean; (expectación universal:) aquí está ese hombre, de- fensor de los intereses del pueblo, amigo de los pobres hasta el extremo de repartir con ellos la limosna que le dan para mantener su propia vida; hombre que dedica- do por completo al bien de la humanidad, se ocupa en
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