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134 EL SAGRADO CORAZON DE JESUS delicioso atraía hacia sí al Cordero sin mancilla, que entre lirios se apacienta: y este Divino Señor se complacía en tratar confidencialmente.con la casta esposa que se ha- bía elegido, haciéndola depositaria de sus secretos. Tres veces había ya recreado Jesús á la humilde Margarita con visiones misteriosas; y Otra tres le había mostrado su Corazón, haciendo trasparente su divino pecho, ó abriéndolo misteriosamente y dejando escapar de él torrentes de llamas amorosas; y estas llamas amo- rosas encendían el corazón de Margarita, y su encendi- do corazón quería abrasar en su mismo fuego los cuatro ámbitos del mundo. Cuando Jesús se presenta á los ojos de su amada, ésta se estremece de júbilo, y su alma quiere salir de la cárcel que la aprisiona, y su espíritu en súbito vuelo se remonta á la subida esfera del éxtasis divino. Allí oye palabras que no es lícito al hombre repetir; y descu- bre arcanos que no nos es dado sondear, y á vista de tan maravillosos arcanos, se humilla y suspira, y en ca- da suspiro evoca un nombre, el nombre dulcísimo de Jesús. Pero llega el momento, y Jesús desaparece, y el éxtasis termina, y la visión se desvanece, como las nie- blas del sueño se desvanecen al despertar. Entonces Margarita desahoga su pena con una que- ja amorosa. «¡Cuán largas son las horas que no tras- curren para mí en tu adorada presencia! ¡Oh Jesús! ¡amado mío! ¡cuán largas son las horas!» Así decía Mar- garita una noche que el amor divino ahuyentó el sueño de sus ojos; y para consolarse miró al cielo por la ven- tana de su celda, como si buscara en él el nombre de su Amado.

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