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pre biterio, lu ien j ) cada cual su traje bl 1nco con cin- turón celeste. Cl fervorosa C ta, con las mo- nos juntas ante e » y los ojos! se acercó á la barandilla. Su corazón latía desusadamente: estal diendo en amor divino,-y el resplandor de que súbita E l 1 ess e l mente se cubrió su rostro, le daba el aspecto de una Ñ anat least apar nd Í Cuando la niña ll 5 ] mul t y imagen de la Virgen que estaba en el alt gel de la azucena se extremeció de £ dl al Amado de su alma y cayó de repente en ur mo deliquio. Estrechando sobre su pe: un objeto in- visible, pronunciaba estas suavísimas palabras: mio, te consagro mi pureza, haso voto de vireinidad, y te juro fidelidad eterna. ' El arcángel voló al lado de Clara y colocó en su mano la azucena del Paraíso. El éxta le la niña llegó á su colmo, y hubiera caído de espaldas, si el ángel no la hubiera recibido en sús brazos como en un blando lecho de plumas. Ella elevó hacia su rostro la blanca flor, con objeto de aspirar su esencia, y la lágrima de la Virgen que estaba dentro, y rodando por uno de los pétalos, vino á caer sobre los labios de Clara que la be- bió como beben las flores las gotas del rocío. Desde en- tonces ardió siempre en su pecho el amor de la virgi- nidad; y jamás un soplo de impureza agitó la límpida superficie de su alma.

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