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104 EL CANTOR clan moverse y quejarse, sollozando tam- bién entre las sombras..... y el amante de la Dolorosa, altares par volviendo á fijar los ojos en la imagen, y levantando el tono proseguía: Eja Mater, fons amoris, Il. Ay Madre, fuente de amores, Me sentire vim doloris ! Haz que sienta tus dolores, Fac, ut tecum Jugeam, ¡ Contigo junto á la € Fac, ut árdeat cor meum ' Y mi pecho experime nte Inamando Christum Deum, Impetus de amor ardiente Ut sibi complaceam. || Para amar á tu Jesús. Nadie respiraba: no se oía más rumor que el de las lágrimas al caer silenciosas sobre el pavimento, £ 3 sobre el pardo sayal de los frailes. Jacopone, fuera de sí, bus- cando siempre con la vista un objeto invisible, y cam- biando las notas agudas por lis graves y lánguidas, cantaba: Fac me tecum pie flere ' Déjame llorar contigo, Crucifixo condolere, Il Y mi llanto ser testigo Donec ego vixero. |) De mi tierna compasión. Juxta crucem tecum stare, || Que al pie de la Cruz, María, Et me tibi sociure || Quiero hacerte compañía, In planctu*desidero. En tu gran tribulación. La luz de una lámpara se apaga de repente. Un temblor misterioso, producido al parecer por las alas de espíritus celestes que vagaban llorosos por el oscu- ro y solitario templo, embargó los ánimos de tal suerte que todos cayeron de rodillas. Rumores extraños se mezclaban con las lágrimas y el canto, cuya última no- ta se perdía en los claustros y en las almas de los fran- ciscanos, que estáticos oían 4 su cantor, diciéndole 4 María:

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