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EL ANGEL DE LA PUREZA 99 ¡Ojalá, Angela mía, que este relato avive en tu co- razón el amor que tienes al Angel de la Pureza! Nunca desoigas sus consejos y nunca lo arrojes de tu lado, como hizo aquella alma ingrata de quien él se quejaba. Mira que él es la dicha de quien le ama y el tormento de quien lo desprecia. El vela amorosamente el sueño de las almas puras, para que no lo turben los fantas- mas de la noche, y confunde y anonada con su mirada de fuego al alma impura que no huye del pecado. Ponte bajo su protección amorosa; y ya que tienes la dicha de conocerlo, ámalo, Angelita, con cariño fraternal, para que, siendo siempre casta y siempre pura, pueda lla- marte siempre hermana suya el Angel de la Pureza.

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