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Que al mirarte entre el ser y la nada, Modelando tu cuerpo, exclamó: «Desde el vientre será Inmaculada, Si del suyo nacer debo yo.» DE ONCE SÍLABAS. Ya, dulce amigo, huyo y me retiro De cuanto simple amé: rompí los lazos! Ven, y verás al alto fin que aspiro, Antes que el tiempo muera en nuestros brazos. DE DOCE SÍLABAS. ¿Quién puede tus glorias cantar dignamente? ¿Quién puede con himnos de grata dulzura Cantar tus bondades, candor, hermosura, Y tiernas finezas, oh Madre de Dios? DkE OATORCE SÍLABAS. ¡Las nubes solamente! las nubes se acrecientan Sobre el dormido mundo; las hubes por doquier! A cada instante que huye la lobreguez aumentan, Y se las ve en montones sin límites crecer. Cuán rápidas se agolpan! Cuál ruedany se ensanchan Y al firmamento trepan en lóbrego montón! Y el puro azul alegre del firmamento manchan. Sus misteriosos grupos en torva confusión. Los versos de doce y catorce sílabas no son más que los de seis y siete repetidos en una misma línea, como puede observarse en los anteriores. Omitimos los versos de nueve y trece sí- labas, porque son casi siempre desapacibles al oído, razón por la cual están desterrados de
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