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En E e q HN 4 ist cad hi ' EN ) É 5 ER 72 — en el asunto, para poner un dique á ese to- ” rrente de inmoralidad que se halla en las malas novelas, con la composición de alguna novela religiosa y moral; si bien suponemos que esto solo puede hacerlo un sacerdote por vía de dis- tracción, mientras descansa de las asiduas y laboriosas tareas de un estudio serio, como leemos del Cardenal Visseman y otros repe- tabilísimos y sabios clérigos. En la actualidad va tomando la novela una dirección científica, y en ese terreno y con esas armas somos rudamente combatidos, cosa que no debe perder de vista la persona religiosa que quieraemprender la composición de una novela. No se olvide nunca el objeto que esta debe tener: la manifestación de la belleza y la instrucción de los lectores; pero recuérdese que no hay belleza sin morali- dad, que no hay instrucción donde la moral falta, y que donde no está ella solo hay mise- ria, fealdad y corrupción. En la precisión de mencionar los mo-, delos más perfectos de esta clase de lite- ratura recomendamos las novelitas del céle- bre P. Coloma, las de Pereda, los artículos de buen humor de Clavarana, los cuadros de costumbres de Fernan Caballero y otros va- rios que son recibidos hoy con mucha acep- tación entre la gente ilustrada.

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