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— 71— único que se le exige es que tenga interés y suspenda el ánimo del lector, subiendo gra- dualmente de una escena interesante á otra que lo sea más. Puede emplearse en ella cualquiera forma de estilo, aunque lo más común es emplear el narrativo, amenizándole con algunos diá- logos y cartas, para evitar la monotonía, que raya en fastidiosa, cuando el estilo empleado es solo el dialogado ó epistolar. En la com- posición de la novela deben tenerse presente las reglas que se dan para el drama, porque en el fondo drama y novela vienen á ser lo mismo. De buena gana hubiéramos omitido el presente capítulo en nuestra obrita, si esta omisión no desmintiera el título que lleva, con perjuício de la instrucción y aprov echa- miento de la juventud clerical y religiosa. La novela ha llegado á ser un género literario, y como tal debe ser presentado al tratar de literatura. Es verdad que ha producido inmen- sos estragos en la sociedad, corrompiendo las costumbres, extraviando. las inteligencias, y pervirtiendo los corazones; pero debemos con- fesar que el mal no está en la novela, sino en el abuso que de ella han hecho los extraviados y desmoralizadores novelistas del presente si- glo. Y como ese horrible mal no podemos ata- jarlo; sino con la abundancia del bien, no es- tará demás el que los clérigos estén instruidos

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