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debe á lo menos hacer un resumen brillante de cuanto bueno se haya escrito sobre el asunto. En cuanto al estilo no debe carecer de adornos; pero de tal manera, que la verdad no vaya engal: mada con una pompa que des- diga de sú gravedad, ni la falte el decoroso y adornado traje, que por sí misma merece. Resta decir dos palabras sobre los méto- dos que se pueden emplear en toda obra di- dáctica:son dos, enunc tativoy dialogado. En e - pl primero el autor desarrolla por sí mismo la série de verdades que constituyen el fondo de la obra, y en el segundo expone la misma doctrina por preguntas y respuestas. Aquél es más seguido y sue le emplearse comun- mente en toda obra que está destinada á la juventud; y el segundo se reserva para los libritos destinados á la instrucción de niños de poca edad, ó del vulgo ignorante. Sin embargo, ho se crea que este método es aplicable únicamente á esa clase de libri- tos, sino que puede: emplearse hasta en obras magistrales, sin que éstas ni sus autores pierdan*nada; y al que piense lo contrario se le pueden presentar los diálogos de Platón, los de Cicerón, De Orator. los del Maestro Luís de Leon, Nombra de Cristo; y los de Fr. Luís de Granada en su Símbolo de la Fé. Lo que se necesita, pues, es tino, gracia y sol- ¿tura para salir airoso; nada más.