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de este nombre para las cartas en verso, que están adornadas de las galas poéticas. « Como la materia de las cartas y los fines á que se ordenan son innumerables, es im- posible dividirlas y clasificarlas cumplidamen- te. Hay cartas familiares, de negocios, de cumplimientos, científicas, literarias, mora- les, artísticas, políticas y de otras mil cla- ses. ¿Quién, pues, se atreverá á dar reglas fijas para estas clases de composiciones? Todo lo que se puede decir es que en las familiares debe reinar la sencillez é ingenuidad; en las de negocios la seriedad, brevedad y claridad le cumplimientos la delica- deza y cortesia; y en todas el estilo que pida el asunto, y el tono que exija la dignidad y decoro de quien escribe y de quien ha de recibirla. Esto es cuanto se.puedg decir. El ejercicio y la práctica ilustrarán al alum- no más que todas las reglas que aquí pudiéra- mos consignar; que en este asunto lo que se necesitan no son reglas, sino modelos. Como tales suelen darse el Centon epistolario; las discretas y moralizadoras epístolas de Hernan- do del Pulgar; las vivas y candorosas cartas de Sta. Teresa de Jesús y de Isabel la Cató- lica; el epistolario del P.. Avila y el de San Juan de la Cruz, recomendables tanto por la solidéz y energía del estilo, como por la ce- lestial doctrina que contienen; las elegantes cartas de Solís, Jovellanos, el P. Isla y otros posibles; en las «
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