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— 1 mai 3 un El que veloz en la carrera ansia Tocar con gloria la anhelada meta, El trabajo y fatiga, desde niño, mm y . . . De los soles y hielos la influencia Mil veces arrostró, nunca dió culto A Baco nia la diosa Citerea. El que en los cantos Píticos la flauta Aspira hoy a tocar, larga experiencia Tuvo antes que adquirir, y de un maestro . Escuchar con temor la voz severa. «IPasmosos son mis versos!. .» dicenímuchos, Y con esto sin más se creen poeta. «Mala peste en el ultimo! no debo «Quedarme tras de todos con verguenza. Lo que nunca aprendí, cierto, lo ignoro; «¿Mas he de confesarlo? fuera mengua. . » Cual incita á la compra el pregonero Las turbas atrayendo á una almoneda; Así el poeta que en hacienda es rico Y largas sumas de dinero presta, Del interés mezquino con el cebo Aduladores á su casa lleva, No consultes jamás tus puesias Con hombres á quien regalos hacer piensas O ya los haya hecho, que gozoso A cada frase exclamará que lea: »Bravol bravol; magnifico!» Tras esto - Mudara de color; lagrimas tiernas Brotarán de sus ojos; impaciente Hará que el pavimento se estremezca Bajo sus piés. Cual suele en su entierro Mostrar asalariada plañidera Con gestos y ayes pena más profunda Que la viuda y el huerfano pudieran, Así el adulador en su estremos Al que aplaude imparcial siempre supera, 20

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