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y si nota los defectos, no fija en ellos su aten- ción, sino que la aparta para entregarse de lleno al noble placer que la belleza le hace sentir. Por el contrario, el hombre en quien la corrección supera á la delicadeza no goza tanto en la contemplación de la belleza, se fija más en los defectos que en los primores, y nada llega á entusiasmarle por más bello que sea. BELLEZA LITERARIA se llama comunmente todo aquello que puede deleitar ó producir una sensación agradable en el alma ó el cora- zón del lector; y como esto no se consigue sin una combinación armónica de varias par- tes que formen un todo, de aquí el decir los preceptistas, que la esencia de la belleza con- siste en la unidad y variedad armónicamente combinadas. . Se conocen tres ordenes de bellezas; el fí- sico, el intelectual y el moral. El sol, saliendo de entres las ondas del mar, ofrece un tipo de belleza en el orden físico. El maquinista diri- giendo la marcha de un tren y haciéndolo cor- rer á su antojo, ya lenta, ya vertiginosamente, es bello en el orden intelectual. José, el hijo de Jacob, dándose á conocer á sus hermanos y colgándose lloroso al cuello de Benjamin, es un modelo de belleza en el orden moral. La SUBLIMIDAD no es más que la misma be- lleza llevada á su grado más alto y sorpren- dente. Lo sublime no solo. nos deleita y ad- e
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