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Ms dl AS E ME a * O A im 0 GIA A o va Y +GA — 94 — fingía enferma para no verse obligada á mezclar lo sagrado con lo profano, yendo á comulgar por la mañana, y por la noche al teatro; pero ¡puede tanto en una joven la seducción del mundo, cuando está autorizada con los malos ejemplos ó la imposición dé los padres! ¡Ay padres! ¡padres! Cuando os veo conducir de la mano á vuestros hijos al templo santo; cuando os veo apartarlos de los peligros y conservar en ellos con mil industrias esa santa ignorancia de todo lo malo que es como tutora de la inocencia, cuando veo que los apartais con cuidado del mundo y sus seduc- ciones; entocnes me parecéis ángeles de guarda, en- viados por Dios al mundo para conservar en las al- mas la inocencia y “la virtud. Pero cuando os veo acompañar á vuestras hijas al baile y á los festines; cuando os veo llegar con ellas á las butacas de un palco, cuando observo que las metéis en medio del mundo y las exponéis á ser objeto de impuros deseos y bajas pasiones, entonces me parecéis diablos abor- tados por el infierno para arrancar del mundo la mo- ralidad, la virtud y la inocencia. ¿Qué humildad ho se rinde á los certeros tiros de la vanidad halagada? ¿Qué planta se conserva lozana y hermosa arrancada del jardín y arrojada á un estercolero? ¿Qué corazón se conserva incólume y puro entre las embriagadoras seducciones del mundo, demonio y carne? ¡Ay, pa- dres, padres! ¡Qué tremenda responsabilidad tenéis contraída ante Dios si seguís los ejemplos del des- dichado Agustín! Este siguió llevando y trayendo á su hija 4 don- a

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