BCCPAM000535-2-16000000000000

] 7 IG E — proGEA e E . — 76 — á sus fieles servidores, premió aquella misma noche 4 su fiel sierva. Inés se durmió con el sueño de los justos, y llena de un gozo celestial, ya muy entrada la no- dl y en aquel sueño tuvo visiones misteriosas que recordaba siempre con la más pura alegría. Le pare- ció que era llevada en espíritu al cielo Ó 4 otro lugar muy parecido, donde se representaba muy al vivo el nacimiento temporal del Hijo eterno de Dios. Alí estaba San José radiante de gloria y hermosura y ro- deado de ángeles que le llevaban su floreciente vara, á los cuales decía: Inés me ha dado una buena limos- na para mi divino Niño: escribid esa hermosa acción en el libro de la vida. AMí estaba también la Madre del Verbo, cercada de espíritus bienaventurados que cantaban el Floria in excelsíis Deo al divino infante, y dirigiéndose á Inés le dijo estas palabras, que le re- cordaron las de la pobre socotrida: Ven, hija, y te daré un abrazo, ven Inés que quiero besarte. Y 4 tiempo que sentía las inefables caricias de la divina Madre, vió que el Niño Jesús le dirigía una dulcísima sonrisa, pronunciando á la vez esta sentencia del Evangelio, Lo que hiciste con aquel pobre por mi amor, conmigo lo hiciste. Cuando Inés despertó creyó morir de gozo: con- servaba grabados en su mente, con tal viveza los principales detalles del sueño, que toda aquella pas- cua anduvo como absorta y embelesada: y Cuando alguna circunstancia le traía 4 la memoria la dulcísi- ma mirada del Niño, quedaba como enagenada de los sentidos, mirando atentamente una cosa que nadie veía más que ella. Esa mirada indefinible fué una de sl YN A

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz