BCCPAM000535-2-16000000000000
de marchar, Paladín empuña las riendas y cruje en gua doña Fernanda, el aire el látigo sonoro, se santi Ñ i rica] Ñ 1t Mien y el vehíc ulO Se pone en movimiento. nient +7 le Fl J KA , o ER ; mia ac ¡Ora ac spedilan da SUS nUCspeacs, en el aire sus blancos pañuelos, las yeguas se lanzan á la carrera con tal velocidad, que apenas lás ruedas trazan lijera huella sobre la tierra movediza de la ca- rretera. El coche levanta á su paso una pequeña rá- faga de polvo, que oprimida por el rocío del alba apenas se ele vaba sobre los montones de piedra d >] camino semejando á la espunrosa estela que deja un barco cuando corta las tranquilas aguas del Océano. Cuando el sol comenzó á remontarse en el cielo, ya tenían nuestros viajeros andado gran parte de su camino; habían dejado atrás la hermosa llanura á que dió su nombre aquel modelo de caballeros cristia- nos, Tablante de Ricomonte, y estaban cerca de los tres pinos, bajo cuya sombra juraron los hijos de Sanlúcar, victoriosos de los franceses, visitar en pe- regrinación todos los años á la Virgen del Rocío. A la hora en que el pastor diligente conducía su rebaño amodorrado á sestear bajo la copa de secula- res encinas, paró el coche á la puerta de la quinta. La familia, molestada del viaje, baja 4 tomar descan- so: Paladín quita á las yeguas los bridones llenos de espuma: limpia cuidadoso el lomo de los animales cubierto de menudo polvo, y les pone delante una espuerta de cebada. Inés en tanto, entretiene 4 Flora enseñándole los adornos de su capilla, hasta que una criada viene á decirles que ya está el tocador prepa- rado, y pueden pasar á mudar el traje de camino. 5
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz