BCCPAM000535-2-16000000000000
— 21)— eso es una novela de combate en la que asesto sen- dos palos á cuantos malandrines encuentro al paso, ya representen el tipo del católico á medias, ya del impío descarado, ya.del error vergonzante y solapa- do ó bien del vicio disfrazado con traje de virtud y de costumbres laudables. Ni me objetes, lector dis- creto, que es impropio de mi austero ministerio el ponerme á escribir novelas, porque te diré que la escribí en ratos perdidos y por vía de recreo, mien- tras descansaba de las tareas de un estudio serio Ó de las fatigas de la cátedra. Ni alegues en tu favor que muchos tienen por superficial al ministro de Dios que en tales cosas se ocupa: porque los que así ha- blan tendrán que convenir conmigo en que las no- velas han llegado á ser en nuestros tiempos un arma poderosa de combate. Es verdad que se ha escrito mucho en pró y en contra de ellas, y es innegable que son inmensos los estragos que han producido en la sociedad, corrompiendo las costumbres, extravian- do las inteligencias y pervirtiendo los corazones; pero debemos confesar que el mal no está en las novelas, sino en el abuso que han hecho de ellas Jos escritorzuelos impíos y de baja ralea. Las armas son buenas en sí mismas, porque se hicieron para em- plearlas en la defensa de buenas causas; el mal está en que cuatro malvados abusen de ellas empleándo- las en tiranizar al débil 6 en qnitar cobardemente la vida al pobre indefenso. Otro tanto sucede con las novelas, Y lo que me admira eu este punto es que, siendo ellas, como son, armas de combate, no hayan hecho 28 a. Y 2
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz