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A A — 206— dad dos religiosas, con las cuales entabló este diá- logo: —La paz de Dios y el amor de su divino “Hijo reine en vuestros corazones. —Y también en el de V.R., buen Padre. —¿Me conoces? —Y o sólo para servirle, —dijo una. —Y yo temo equivocarme, —dijo la otra tem-- blando.—¿De dónde viene V.R.? —De Francia. —¿De dónde es natural? —De Andalucía. — ¿Conoció allí V. Ru? —Conocí 4 la Amante de lá Virginidad. Br — ¡José! ¡José! ¡Qué dicha! umplirte lá palabra que Pdo 14 y SR e y Ain és! ¡Inés! Vengoác : a tierra antes de mar- ted ¡déivernos una vez en ] charmesa! cielo. —¿Y vas ahora á visitar la familia? — ¡No! Voy á las misiones de la Oceanía, ro conseguir la palma del martirio. y donde =— espe ¿Tan lejos, hermano mío? Abs; Dios me manda ilumin o la luz de la fé, y enseñarles á a que en tí resplandece con aureola de - les 4 conocer á nuestro amantísime todavía. En esta grande ho +el auxilio de tus oraciones y he ar aquellas pobres mar la ce- o conocen y empresa n F venido á pedírtelo. EÑÁ siempre con mis oraciones y con mis

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