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= 192 — ñas 6 entre riscos donde no pueden ser vistos de los mortales? ¿Qué es lo que hacen los ángeles, que, ex- táticos de amor, rodean el trono del Xitísimo? Pues lo que hacen los ángeles en el cielo, y las flores en el campo, y las estrellas en el firmamento; eso mis- mo hace la religiosa, que pasa su vida, no ganguean- do latinés, sino cantando himnos de amor en su reti- ro santo, separadas del mundo grosero por una reja que aun me parece poco tupida y fuerte. Alaban á Dios, como Dios quiere ser alabado, y está dicho todo. Y si me preguntas que para qué las quiere Dios de ese modo, yo te pregunto á mi vez: ¿Para qué suspendió en los espacios esa multitud de astros que apenas podemos divisar desde la tierra? ¿Para qué hace crecer en el desierto las plantas más her- mosas, léjos de las miradas del hombre? ¿Para 'qué ería el diamante en las entrañas de la tierra y no colgando de las flores como perlas del rocío? Cuan- do me des la razón de estos misterios de la naturale- za, te daré yo la de aquel misterio de la gracia. Inés decía esto con tal energía y abogaba por su causa con tanto ardor, que la pelirrubia se vió Obli- gada á contestar: —Dispensa, Inés, que no ha sido mi intento mo- lestarte, sino hablar de lo que todas hablan. —Estás dispensada, amiguita; pero con la con- dición de que no-se combata más mi resolución irrevocable de hacerme religiosa de María Repa- radora. —¿Y por qué quieres abrazar ese instituto ex- tranjero, tan moderno, y no otro cualquiera?— pre-

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