BCCPAM000535-2-16000000000000
a cr — ad —Tá, siempre con la tuya, Inés. ; —Pues, papá, no puedo resistir más; yo me mue- ro, si sigue V. oponiéndose de ese modo á la volun- tad de Dios. No, hijita mía, yo no me opongo á la volun- tad de Dios, sino á tus caprichos femeniles. —¿Papá, capricho una vocación tan combatida como la mía? Pruébeme usted, padre mío, si ya no me tiene bien probada; examine usted mi vocación, y, si es capricho mío y no voluntad de Dios, yo le prometo desistir de mi propósito; pero, si es lo con- trario, desista V. y no mc niegue una cosa tan justa y tan santa. —Mira, tiito y yo estábamos hablando de eso; él te examinará que es más apto que yo para esto, y los dos nos atendremos á su fallo. —Al decir esto, Agustín se levantó, fingiendo que se ausentaba, para dejarlos en completa liber- tad; y lo que hizo, fué dar la vuelta y esconderse en la habitación inmediata para no perder ni una sola palabra de aquel solemne interrogatorio. El buen sacerdote comenzó de este modo. —¿Vamos, Inés, has pensado bien lo que preten- des? —Sí, señor, lo he pensado muy despacio. —Y esa vocación que tú dices, ¿es reciente, 6 trae ya lárga fecha? —Desdé que tenía doce años. — ¿Y ha sido siempre constante? — Hubo. un tiempo (que nunca lloraré bastante) en que aponiéndome á los remordimientos de mi
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz