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O - 157 — cuarto. Un momento después se hallaba en la puerta APRIETA una criada. > * 1 —Señor, ¿se le ofrece á V. algo? —Sí; ¿sabes dónde está la señorita Inés? — Sí, señor; en su cuarto de labores, bordando un escapulario: ¿la llamo? —N6; entrégale esa carta que acaba de llegar para ella, y dile de seguida á don Jacinto que lo es. pero aquí. La criada salió por un lado y Agustín por otro: Antes que la primera llegara á su destino, se había colocado el segundo frente á Inés, detrás de la corti- 2 na que había en Ja puerta de cristales que daba paso 4 la habitación contigua. Quería él ver la impresión que causaba á ella la lectura de la carta. Inés la reci- bió de la bandeja en que se la presentó la criada, y besando con devoción la imagen del escapulario que estaba bordando, lo dejó un momento para leer la carta. E Agustín la miraba con ansiedad, y no pudo notar en ella ni señales de gozo, ni de turbación. Sólo ob- servó que en medio de la extrañeza que le causaba, apretó sus rosados labios, arrugó un poco su tersa frente, y se encogió de hombros: signos que lo mis- Ñ mo podían significar un veremos lo que sale, que un na- du me importa. Desorientado por completo con tales signos, se volvía el taimado padre á su despacho, cuando le salieron al paso su esposa y Carmen azora- das y diciendo: —¡Qué locura! ¡Qué barbaridad! ¡Si parece men- tiral ¡Vamos, que eso no puede ser! RA AIN
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