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— 14 — vano nos opondremos á ella, porque Dios la reali- zará á pesar nuestro. —¿Pero no ves que si se empeña en ser monja, vamos á quedar en el más completo redículo? ¿Qué diría entonces la familia de Valdelirios? —¡Bah! que no sería la primera que por consa- grarse 4 Dios renunciaba una pingúe fortuna y una boda brillante. —Me gusta la frescura. Yo no puedo permitir semejante cOsa. —Pues mira, el mejor remedio que hay para eso - es dejarla decir y hacer. —Pues no la dejaré: - — Pues, si no la dejas, no harás otra cosa que machacar en hierro frío y ser causa de que la chica se empeñe en ello. Si antes le enamoraban sus mon- jas por las caricias y regalos que le prodigaban, al verse ahora contrariada y maltratada en su casa, deseará perderla de vista para volver al convento. El único modo que hay de arraigar en ella la manía religiosa es que te tome por un mal cristiano que quieres quitarle su vocación y sus ideas religiosas; porque entonces aborrecerá la casa y estará siempre suspirando por el convento, Aquí conoció el marido que su mujer tenía razón, y que el ptocedimiento por él empleado había sido contraproducente. Entonces comenzó á decir en su interior. Esto se llama ir por lana y salir trasquila- do. Bueno, en adelante emplearé otro método: que haga lo que quiera. Doña Fernanda que lefa estas reflexiones en el

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