BCCPAM000535-2-16000000000000
a IO cuerpo, y elegida para ser mi paloma: tú, mi amiga, mi amada, mi esposa, ¡tá dejarme por otro! ¡oh! esto es insufrible para mi amante corazón. ¿Por qué tanto desvío? ¿por qué tan grave injuria? ¿Qué te hice yo para que así me abandonaras?... ¿No te acuerdas de aquellos días de fervor, cuan- do en el Santuario andábamos á porfía, yo á darte pruebas de amor, y tú á corresponder á ellas? ¿No te acuerdas de aquellas lágrimas tan dulces que yo te daba, y de aquellos tiernos suspiros que tú en retor- no me volvías? ¿No recuerdas las promesas de serme siempre fiel y amarme con toda el alma? ¿Pues qué se ha hecho tu palabra? ¿Qué motivos te dí yo, para tanta ingratitud? ¿Qué te hice, para que dejaras de amarme? ¿No te acuerdas, pobrecilla, cuando sentada 4 mi mesa, gustabas las dulzuras del amor divino? ¿No recuerdas cuando te arrojabas en mis brazos y yo te estrechaba sobre mi corazón santo, embriagándote en sus purísimos amores? ¿Quieres que tornen los días de ventura, que vuelvan las dichas pasadas, vi- viendo el uno para el otro, yo en tu corazón, y tú en el mío? ¿Ni una reprensión tendrá para sí este cora- zÓn que tanto te ama; ni un reproche para los días de tu infortunio, ni un recuerdo para el tiempo de tu desgracia?... ¡Ven pues, hija mía, ven! ¿A qué aguar- das? Ven, que bastante tiempo te he esperado... Al oir estas últimas palabras, Inés hízo un ade- mán para echar á correr y unirse al coro de las vír- genes; pero sintió que una mano fuerte, como torni- llo de hierro, la detenía sin dejarla partir: entonces !
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz