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AREA me I 19 un Este auxilio fué una carta que recibió Inés cuando menos lo pensaba. Apenas se la entregaron; cómen- 26 á mirar el sobre con mucha curiosidad, porque la letra no le era desconocida, aunque de pronto no po- día adivinar de quién fuera. Miró el sello, y enel timbre que lo inutilizaba leyó: Villanueva del Ariscal. ¡Ah! exclamó: ¿Si será de mi amiga Isabel la que que- ría ser Capuchina? ¿Si le estará pasando lo que á mí? ¡Pero que tonta soy! ¿Tengo más que abrirla y salir de dudas? Y diciendo y haciendo, rompió el sobre y comenzó á leer. De seguida empezaron á temblarle las manos, y á ponerse pálida, lo cual observó Car- men, y se acercó preguntándole. -Pero, chiquilla, ¿qué es eso? —¡Nada! una carta del P. Fray... me convidará para que vaya á la función; —y sin decir más, se me- tió en su cuarto y cerró por dentro para leer la carta. Supongo que tú querrás saber lo que la carta de- cía, ¿no es verdad, lector curioso? Pues voy á darte gusto, porque ella es un modelo de elocuencia y de literatura clásica, digna de figurar entre las obras del P. Granada ó de Fr. Luís de León. Decía así: Convento de N, Sra. del Loreto 4 15 de... Señorita Inés de... Carísima en Cristo: muchos años llevo ya en este dulce retiro del claustro, gozando de una paz conso- ladora y de una alegría santa, interrumpida rara vez por los azares de la vida 6 por las vicisitudes del mundo; pero nunca he visto turbada mi paz, ni ape- nada mi alma, hasta estos días en que he sabido tus

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