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e Mi «Hé aquí el ceremonial que debemos observar cuando nos presentamos ante el jefe de Juan Lu- cero: al llegar a la vista de Manastara nos debe- mos inclinar detrás de Juan Lucero; éste perma- necerá de pie, y gritará: <—¡Manastara, Manastara! Papachi (Obispo), manso; Padre Toma, manso; Olivella, manso. <«—¿Machete, hacha, ropa, topiche (eslabón)? « Manastara contestará: «—Manso, manso, y dirá unas frases incom- prensibles. Nosotros contestaremos: «—Manso, manso. «Entonces Juan se adelantará, y nosotros se- guiremos detrás de él. Al ponernos al habla con Manastara le daremos un abrazo, y él nos obse- quiará con algunos regalos y comida. Hasta aquí todo lo que pudimos comprender delindio Lucero.» Según un telegrama que recibimos hace unos días del Reverendo Padre Bernardo de Torrijas, éste, acompañado de algunos gendarmes, ha en- trado ya en la región habitada por el célebre Ma- nastara, e indudablemente ha cumplido el ceremo- nial indicado por el indio Juan. Nos dice el Padre que en carta nos dará detalles de esta excursión y nueva reducción, los cuales deben ser muy cu- ri0s0s. RELIGIÓN DE LOS MOTILONES En el poco tiempo que tratamos estas tribus no hemos podido saber si fuéra del Dios verdade- ro adoran a sér alguno o tienen prácticas religio-
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