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la próxima muerte del infante, que se salvó con ad- miración de todos los salvajes. Nos causaba admiración el ver cómo estos in- dios besaban, como si fuese una reliquia, las ha- chas que les entregámos para el trabajo, y hasta las mujeres se desprendían de sus pobres collares y nos los daban en señal de gratitud. Descubrimiento de nuevas rancherías de indios. Hasta aquí llegó la obra de reducción de indios motilones en mayo último pasado; pero nuestros Padres Misioneros, como hábiles cazadores de al- mas para el Cielo, no han cesado en sus excursio- nes, desafiando grandes peligros, por encontrar nuevas rancherías, lo que se ha efectuado de una manera providencial y milagrosa. Ranchería de indios motilones llamada Bolívar. Siguiendo los Padres Misioneros sus excursio- nes, acompañados de la Gendarmería Nacional de Codazzi y de algunos civiles, encontraron a la par- te sureste de la Sierra una nueva ranchería, com- puesta de unos doscientos indios. Sobre este ha- llazgo nos dice el señor Lorenzo Londoño en carta reciente: «La ranchería más importante que hemos descubierto, hasta el presente, es la bautizada por el Padre Bernardo con el nombre de Bo/í-
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