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”» — Y — gran cantidad; pero como los indios que habitan en las cabeceras del caño no los dejaban tranqui- los, los honrados campesinos de Codazzi tuvieron que abandonar aquellos terrenos de riqueza sin- gular para el cultivo. Más de una vez se han visto atacados por los indios y han sido víctimas de su certera flecha. Tan pronto como los indígenas de esta región tuvieron noticia de los regalos que los Padres Misioneros les habían hecho a los de la parte noroeste de Codazzi, y codiciosos de recibir igual favor, depuesto su furor y maldad, saluda- ron a nuestros expedicionarios con el consabido váqueno manso, y los admitieron en su ranchería. Un día había pasado de la visita hecha por los nuéstros a esta parcialidad, cuando los indios fer- nambuqueros, como dicen por allá, capitaneados por Potacha (labio partido), su jefe, se presenta- ron en nuestra cása misión de Codazzi pidiendo herramientas, comida y ropa. La fama de los indios de Fernambuco no era buena, y entre los mismos salvajes reducidos se decía que Potacha era muy malo (guañe). Sin em- bargo Potacha se amansó ante la dádiva, como los demás que llevamos mencionados. Indios motilones del Auxilio. Hemos llamado así a los indios que habitan en las cabeceras y corriente del río Sicarare, y le he— mos puesto este nombre a la región que ellos ha- bitan, porque nuestra obra, más que todo, es de fe.

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