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En esta vez dejámos construídos 40 kilómetros de camino de herradura y subímos a 1,800 metros sobre el nivel del mar a una temperatura de 14 LS”, PRIMER ENCUENTRO CON LOS INDIOS Era casi de fe que la Providencia había de pre- miar nuestros esfuerzos, y por esto el día Y de septiembre, después de siete días de continua zozobra, de incesantes reclamos, de ardorosas invl- taciones, de regalos y dádivas, pudimos estrechar las rústicas manos de aquellos habitantes de la selva y trocar hasta nuestras prendas de vestir por mochilas, arcos y flechas que en nuestras pro- pias manos nos daban aquéllos, cuyo aspecto, aún receloso, parecía el de una fiera dispuesta a aman- sarse. SIGUEN LAS VISITAS DE LOS MISIONEROS A LA SIERRA La obra estaba comenzada y era forzoso se- guirla a pesar de los cuantiosos sacrificios que de- mandaba su prosecución. Afortunadamente dispo- ñifamos de tres valientes Misioneros: los Reverendos Padres Tomás de Orihuela, Salvador de Pinarejo y el veterano fray Crispín de Palma, quienes des- pués del memorable encuentro, con su bordón en la mano, a pie, por caminos desconocidos y peli grosos, prosiguieron la obra sin desmayar un mo- mento, hasta lograr cimentar con solidez indes- tructible una obra de paz, hermosa y fecunda.
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