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El edificio es amplio y muy ventilado: a la de- recha están las habitaciones de las religiosas Mi.- sioneras, y los salones que sirven de clase, come- dor y dormitorio para cien niñas; y a la izquierda, completamente separadas de las primeras e igua- les en construcción, se ven las dependencias de los niños, con grandes patios para recreo y ejercicios al aire libre. Cinco religiosas, con solicitud de madre y sa- crificio sin límites, cuidan, instruyen y educan a unas goajiritas de diferentes edades, cuyos ropa- jes y hábitos paganos han trocado ya por el alba vestidura del bautismo y por la práctica de las costumbres cristianas. Tres Misioneros capuchi- nos, con ternura sin igual, forman y civilizan al niño goajiro, ayer salvaje y hoy iniciado en los principios de la verdadera cultura. ORFELINATO DE SAN ANTONIO A tres kilómetros de la ciudad de Ríohacha, y junto a la ribera oriental del caudaloso Calancala, se destaca un grande y bien construído edificio, que se llama Orfelinato de San Antonio. En el medio se ve la piadosa y elegante capilla, en don- de los Misioneros y los niños practican sus actos religiosos; a la derecha, un gran salón dormitorio para cincuenta niños, clase y comedor, y a la iz- quierda, desahogadas dependencias y patios inte- riores para todo el movimiento y servicio de la sección de niñas. Este Orfelinato, como el de Nazaret, está cum-

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