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— 4 — apoyados siempre por el brazo secular, y tal era su interés por la reducción de los indios, que Isabel la Católica se los recomendó repetidas eces al Almirante Colón, y Felipe IT. cuando ( propusieron abandonar las islas que llevan trario Público, su nombre, por ser costosas al ] contestó: “Daría por bien empleado todo Tesoro de Castilla con tal de tiera un solo indio.” el que se conyir- Esta es la razón por qué España envió a sus colonias más misioneros que todas las demás naciones juntas, y por qué des- pués de tántas atrocidades cometidas y atribuí das a los españoles, quedaron muchísimas trj- bus, pueblos y castas que han recibido la civili- zación cristiana, mientras que otras naciones que aparecen como más humanitarias y filán- tropas no han dejado un indio para un reme- dio. En Australia había cerca de tres millones de indigenas cuando Inglaterra tomó posesión de aquel Continente; hoy no hay arriba de un millar de aborígenes. Nueva Zelanda contaba muchos miles de maoris, y en el transcurso de pocos años fueron reducidos a unos centenares. Canadá y Estados Unidos estaban llenos de iro- queses y pieles rojas; actualmente la demogra- fia indiana es bien reducida, por la filantropía humanidad de las naciones que van a la cabe- za del progreso y de la civilización. Sin embargo, la labor evangelizadora de los misioneros no quedó terminada: la Independen- cia encontró muchos pueblos en la barbarie, y durante muchos años no pudo dedicarle aten ción ninguna, pues la consolidación de la Repú- blica reclamaba toda su atención. El resultado de la acción del misionero no fue igualmente intensivo en tiempo de la Colonia: fecunda y provechosa en la altiplanicie y en toda la cordillera andina, donde a la acción del doctrinero acompañaba el apoyo oficial, hasta tal punto fue eficaz la labor del misionero, que se ha conservado pura la raza primitiva, y se le

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