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chimila, sin embargo, en la construcción de las frases y colocación de los artículos, que van siempre pospuestos al sujeto, siguen una mis ma regla. Raura significa en g: Jajiro señor; unú, árbol; urraichi, arco; para decir el señor, el árbol, el arco, posponen el artículo kay y pro nuncian raurakay, unukay y urraichikay. Lo mismo acontece en el idioma kógaba con los artículos, si es que hay verdaderos artículos en esta lengua, pues la particula kuein, que pospo nen al sujeto para convertirlo en plural, más bien parece adverbio que artículo. Gueca sig nifica cerro, y gueca kuein, cerros; muñi sieni fica mujer, y muñi kuein, mujeres. Tiene una construcción particular para formar las frases: anteponen siempre el objeto sobre que recae la acción del verbo, y usan el verbo en infinitivo, o sea la única e invariable forma que tiene el verbo. Por ejemplo: ¿Misai dei? ¿Nushin dei? ¿Cuándo ir? (Por ¿cuándo os vais?) ¿Mañana ir? Dáme un poco de hayo (coca). Jayu nauna dei kan-ua. (Hayo poco dar). Carne poco estó mago gustar. (Propiamente: me gusta la car ne): Ua nauna misas naglá. Mañana llover: Nushin gala ñikala shek. Por estas y otras mu chas frases que pudiéramos aducir se demues tran dos cosas: primera, que estas lenguas per- tenecen al grupo de los idiomas aglutinantes, y segunda, el parentesco que realmente existe entre todos estos idiomas. Don Antonio Julián gusta del idioma goajiro, y lo prefiere a todas las lenguas habladas en el Nuevo Reino. Estas son sus palabras: “Yo he oído hablar, y aun in terpretar de quien la sabía bien, la lengua inga y varias del Orinoco; he leído las gramáticas o artes de la lengua mosca,... mas en la dulzura y grato sonido, en la bondad de las voces y fa cilidad en la pronunciación, me parece preferi ble a todas esas la lengua goajira. Ella es sono- ra, clara, breve en sus expresiones; no tiene el fastidioso montón de letras y sílabas en una

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