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las, arhuacos, góajiros, tupes, coyaimas, itotos, motilones, tamalameques, bondas, tagangas, masingas, gairas, alcoholados, cipuazas, con chas y cunas. De toda esta gran multitud de pueblos no tenemos más noticias que sus nom bres, conservados por los historiadores frav Pe dro Simón, Zamora, Piedrahita y don Antonio Iulián, excepto algunas pocas referencias que poseemos de los indios arhuacos, goajiros, mo tilones y chimilas, los cuales conservan sus cos tumbres lo mismo que si estuviéramos al princi pio de la Conquista. De éstos trataremos ahora Laméntanse Pedro Simón y otros historiado res de la Nueva Granada de la completa igno rancia en que vivían los indios acerca de su or gen y procedencia, aumentada con la falta de los adelantos que poseían otras naciones amer1 canas, por donde se pudiera rastrear algo de su venida a estas tierras. Algunos indios del Or noco creían que había en los bosques árboles que producian hombres y mujeres, de los cuales des cendieron ellos. En cambio, otros se contenta ban con decir que ellos solamente eran gente, sin dárseles un ardite del origen de donde pu dieran venir. En iguales condiciones encontra mos a todas las castas de indios que vinieron a nuestra Costa; ninguna de ellas sabía nada de su origen, y si en algo creían era tan monstruoso como las cuevas de los mejicanos, las piedras de los mapoyas y la gran serpiente de los sálibas Las tribus de la Costa proceden de dos tron cos distintos: el arameo y el mogol, profunda mente alterados por las mezclas de ambos ele mentos en casi todas las castas que pueblan es tas tierras: pero a través de esta confusión se observan aleunas líneas que revelan el origen remoto de estas razas. Pertenece al tipo arameo la raza caribe, de la cual provienen los urabaes, darienes, turbacos, taironas. eoajiros, coyalmas y otros muchísi mos pueblos que con distintos nombres pobla

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