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Lg. = 5 ; ra ; le arqueólogo Lord Kingsborough, Adain y Jorge Jones sostienen, con profunda erudición, que la raza americana viene de los judios; Huet orandes leguas de la costa de Berbe:r la. HE] nota j y Kircher sostienen que procede de Egipto; Grocio, de los noruegos; Des Guines los hace venir de los hunos y tibetanos; Forniel, de los japoneses; Humboldt, Zerda y otros observan en la mayor parte de los aborigenes rasgos ca racterísticos de procedencia mongólica. Fún- danse estos escritores en las lenguas que se ha blan en el Continente; pero donde han existido más de dos mil idiomas diferentes unos de Otros, como el alemán del latin y el griego del persa, sin haber logrado reunirlosen gruposofamilias, no obstante el trabajo de los filólogos y misione ros que han intentado reunirlos en varios gru pos o familias, no creo sea posible encontrar por este medio a los dichosos mortales que arriba ron primero a estas playas. No dudo que exista parentesco entre los varios idiomas que anti- guamente se hablaron y se hablan todavía en- tre los indígenas, como el goajiro, arhuaco, qui- chúa, puelcho, betoya, jirara y otros, pues en la isla de Ponapé, a novecientas leguas del ar- chipiélago filipino, encontré relaciones y afl- nidades gramaticales entre el tagalo y el kana- ka, procedentes ambos del malayo, lo mismo que las cuarenta y seis lenguas diferentes que se hablan en los archipiélagos filipino y carolino. Otros se fundan en sus teogonías, en la idea que tenían de la primera madre que pecó, en el Diluvio, en la costumbre de lavar a los niños re cién nacidos, en la necesidad de castigar el cuer po, en los sacrificios humanos, en la confesión auricular, en los ídolos que adoraban; pero la crítica que preside a estas investigaciones no es luminosa ni segura, y de un caos inmenso de erudición sólo se sacan algunos hechos muy confusos que no convencen a nadie.

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