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que SE: nos acercaban. Pero, además, tuvieron los Padres el buen acierto de enterarse de qwén era el maestro alba.fiil de peores ideas en la población y le llamaron para encargarle la dirección de las obras que habían de hacerse a fin d~ adaptar a nuestras ~~sldades ~ parte del antiguo convento que no cedieron para nuestra habitación. S1 bien halago~ hombre la confianza que le hacían los religiosos, no dejaba, sin embar~o, de nurarnos con recelo; hasta que, por fin, de tal modo nos captamos las simpatías, que con toda espontaneidad les dijo a los Padres· "Cuando ustedes me llamaron vine con prevención por las muchas cosas que contra los frailes habíamos oído, pintándonoslos como a inquisidores y matones; pero he visto en ustedes todo lo contrario, pues son todo amabilidad y caridad para con los demás, y por ello les digo que no teman ustedes a nada ni a nadie, pues mi cuadrilla y yo estarnos dispuestos a defenderles aunque sea con nuestras vidas". Y así fue, porque en los casinos y en todas partes fueron ellos los panegiristas de los religiosos. 44. De este modo fuimos captándonos las simpatías de toda la población, que acabó por ser entusiasta de los frailes. , Por el buen nombre, pues, de los religiosos, que se fue extendiendo por todas partes, la predicación del P. Esteban, que tanto llamaba la atención de las gentes, nos fueron conociendo y estimando todos dentro y fuera de la provincia. Y esto de tal modo que bien pronto se movieron los de Sanlúcar de Barrameda a pedir a nuestros Superiores una fundación. 45. Y obtenida que hubo la Real Orden, cosa que ya fue fácil de alcanzar concedida la primera, destinó el Reverendo P. Comisario al P. Esteban para que fundase aquel convento, nombrándole su Guardián y sustituyéndo en dicho cargo en Antequera el P. Bernabé de Astorga. Esta nueva fundación se Sanlúcar se hizo a últimos del mismo año -1877. Continuando nosotros los coristas nuestros estudios de Teología, pensaron ya los Superiores que recibiéramos el subdiaconado; y al efecto, nos enviaron a Málaga, donde el setlor Obispo de la Diócesis, don Esteban José Pérez y Martínez Fernández, nos confirió dicha Orden en el día 1s· de junio, Témporas de la Sanúsima Trinidad, del afto 1878. CAPITULO IX: FUNDACION DEL CONVENTO DE MONTEHANO, SANTANDER 46. El Excmo. señor Obispo de Santander, don Vicente Calvo y Valero, muy amante de la Orden Capuchina, pidió también con gran empeño, y obtuvo de los Superiores una fundación para su Diócesis, en un convento que fue de los Alcantarin~s, en Montehano, pueblo de Escalante; y para dicha fundación fui yo uno de los designados. Llegamos a referido convento la tarde del 19 de enero de 1879, y nos recibió el señ.or Obispo, que ya estaba allí dos o tres meses dirigiend_o _las obras de restauración del convento. Y como al día siguiente se celebraba la festividad de San Sebastián, titular de la iglesia de aquel convento, e~ s~ñor Obispo, después que hubimos descansado algo del viaje, quiso que c~tasemos ya solemnement~ lo.s . maitines en el coro, presididos por él. ,. • ··• CAPITULO X: RECEPCION DEL DIACONADO Y PR.ffiBITERAOO 47. Con nosotros quedó aún el Prelado ~a larga temporada con~uando las obras; y en dicho tiempo quiso ordenarme de Diácono y Presbftero. B Diaconado me lo confirió en Santoña, donde dio Orden~s generales, el 8 de marzo de aquel año 1879, en las Témporas de cuaresma, y de Presblter~do me ord ó a mf solo, en la . 147 •

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