BCCPAM000533-7-28p1d000000000

marqués, a quien ..o el Presidente que sus palabr~ de que"~ ~dalucía sería otra cosa", cuando le pidio dicha autorización, no suporuan tal autonzación. 39. Empezó, pues, entre los ministros la discusión de lo qu~ ~ebía hacerse de la dicha Real Orden que abría las puertas de España a todos los religiosos, Y la mayoría opinaba que debía derogarse. Pero Romero Robledo les aquietó e hizo variar de parecer con la siguiente observación: "Tengan ustedes ~resente que el ~ey está poco tiempo en el trono y que la opinión del pueblo es que rema, pero no gobierna, pues nosotros derogam~s ahora una Real orden que acaba él de firmar damos pábulo para que se confirme en esta opinión. Juzgo, pues, que se debe respetar la Real orden, y en los sucesivo hacer lo que convenga, si hay nuevas opiniones". Toaos se conformaron en esta opinión y quedó en su vigor dicha Real Orden [...]. CAPITULO VII: LOS PRIMEROS RFSTAURADORES TORNAN A ESPAÑA 40. Obtenida esta Real Orden, nuestros Superiores empezaron, a ocuparse del personal que se debía mandar a la fundación; y puestos de acuerdo con el Rvdmo. Padre José [de] Llerena, Comisario Apostólico de los religiosos exclaustrados de España, que residía en Roma, designaron a los siguientes: Rvo. P. Esteban de Adoaln, como Guardián, el P. Bemabé de Astorga, muestro Lector, y el P. bernardino de Velliza; y a los coristas fray Fennín de Velilla, fray Angel de Velliza, fray Francisco de Valencia y a mí, fray Luis de Masamagrell; y a los Hermanos legos fray Fermín de &:ayy fray León de la Naja. 41. Salimos de Bayona en tres expediciones y en distintos días, para no llamar tanto la atención. En la primera expedición marchó el Padre Guardián, Esteban de Adoain, y fue con ellos el Rvdmo. P. Comisario, fray José de Llerena, para tomar posesión del convento. A mí me tocó hacer el viaje con mi Padre Lector, Bemabé de Astorga, en la segunda expedición; y vinimos a reunirnos todos en Antequera en los días próximos a la festividad de San José del año de 1877, en cuyo día se hizo con toda solemnidad la inauguración del convento, predicando en la misa el Rvdo. P. Esteban. 42. B viaje lo hicimos vestidos con nuestro santo hábito, lo que pareció a todos haber sido una temeridad, pues hubimos de cruzar casi toda España y pernoctar en Madrid, y en tan largo viaje no hubo nadie que conociese fuésemos religiosos, diciendo unos que éramos moros; otros, que judíos, y, en fin, mil desatinos. Cuando llegamos a Córdoba los de la expedición, unos mozalbetes que se fijaron en nosotros empezaron a decirse entre sí; "¡Chico, qué bichos son esos! ¿Queréis que vayamos y les demos una puñalada?". Por lo que el Padre Lector, volviéndose a mí, me dijo: "Bien be hecho en hacer confesión general antes de salir, pues creo que no llegaremos vivos a Antequera". CAPITULO VIII: DIFICULTADES INICIALES EN IA FUNDACION DE ANTEQUERA 43. Reunidos, por fin todos en nuestro destino, tuvimos que ganarnos el terreno palmo a palmo, pues nos miraban generalmente con recelo y hasta con temor. Ypara captamos las simpatías. no poco influyó la fervorosa y apostólica predicación del P. Esteban, nuestro Guardián, y el afable y cariñoso trato de los religiosos con De R~ ~rden, comunicada por el expresado Señor Ministro, lo traslado a V. para su com~muento y efectos oportunos. Dios guarde a v. muchos años. Madrid, 11 de enero de 1877.- B Subsecretario, Víctor Arnau".

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz