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ingresado en Fran • al ver el fracaso de la causa carlista; Y~a~i~do_oído d~ir que en Bayona había un -onvento de Capuchinos esp~oles, se dmg16 allí c~n ánuno de quedarse en él. Así lo pidió a los superiores; pero vmo el pobre en mala circunstancia de que por haberse vuelto al siglo algunos Padres_ e:'~laustr~dos, después de a~_tidos y vestido el hábito, el Provincial de Tolosa prohib10 tennmante~ente se a~tiesen en lo sucesivo ningún otro esclaustrado; por ello el Padre Guardián le manifestó no poder acceder a su petición, pero le Autorizó para perm_anecer en el convento el tiempo que quisiese. Mucho sentimos, tanto él como mi Padre Lector Y yo, esta contrariedad; pero a mí me ocurrió la idea, que E:xpuse al_ Pa~~ Lecto~, _de que habiendo de hacer la Comunidad por aquellos d1as los EJerc1c10s Esp1ntuale , encargasen la dirección de dichos Ejercicios al Padre Ambrosio, pues- tenía yo convicción de que, si los daba, la Comunidad pediría al Padre Provincial su admisión. Pareció bien este pensamiento al Padre Lector, y como cosa suya lo propuso al Padre Guardián y a la Comunidad, que lo aceptaron gustosos. De antemano previne yo al P. Ambrosio de que si le pedían que diese los Ejercicios no se negase a ello, pues confiaba que de ello dependiese su admisión. Y así sucedió todo e,110, pues de tal modo se entusiasmó la Comunidad con la predicación del Padre, que por aclamación pidieron y obtuvieron del Provincial su admisión en el convento. 34. El P. Ambrosio, efecto, sin duda, del interés que por él me tomé, me cobró mucho afecto, y recuerdo que en dos ocasiones me dijo estas palabras: Chiquet, tu te encarregarás de les meues monchetes (joven, tú te encargarás de mis monjitas). Y es que el P. Ambrosio había reunido en Montiel algunas jóvenes con vocación religiosa, las que, con hábito de capuchinas, hacían vida monacal con ánimo de formar un Instituto religioso, pero que no tenían aún aprobación alguna ni más regla que las instrucciones del Padre. Algunas de estas Hermanas acomp~on al Padre Ambrosio en la expedición que hizo-a Guinea llevado de su celo por la conversión.de aquellos infieles. Luego también le siguieron otras, cuando el Padre se afilió como Capellán en las filas Carlistas, en el Reino de Valencia, sirviendo ellas como enfermeras en !1ll hospital de Chelva. [...]. CAPmJLO V: ffiTUDIOS TEOLOGICOS YORDENffi MENORES 36. Nuestros estudios teológicos iban prosiguiendo con gran intensidad, pues los Padres, por su empeñ.o de venir a fundar a España, no querían perdiésemos tiempo, prohibiéndonos hasta el estudio del francés, al que yo tenía mucha afición, del que aprendimos algo sólo de viva voz y por la lectura. Con este mismo fin dispusieron los Superiores que recibiésemos mi condiscípulos u yo la Tonsura y las Ordenes Menores, las que nos confirió el sedor Obispo de Bayona, Monseñ.or don Francisco Lacroix, el día 10 del mes de Junio de _ 1876, en las Témporas de Pentecostés. . . CAPITULO VI; REAL ORDEN AUfQRIZANDO lA RESTAURACION • . 37. Por los g~andes des~s de los religiosos de venir a España hicieron lo Padres mucha~ gestiones encaminadas a obtener permiso para entrar:r-:en Navarra. Pero todo ~e inútil, porque era, por lo visto, necesario para la gloria de Dios, y a fin de ~u_e se viese más claramente su voluntad santísima, a la que nada ni nadie puede reS1St1r, que fue~~ un elemento más humilde el que consiguiese abrir las puertas de España a l<;>s re!,ig1osos que por tanto tiempo las tuvieron cerradas. Fue éste, pues, el H_ennano limosneros d~ nuestro convento de Bayona, Fray .Félix de Azcoitia, religioso eJemplar y muy apreciado de todos. Era éste muy querido de un señor marqués,
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