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~l Sr. Vicario de _S~ta -~ónica, D. Manuel Franch, pronunció antes de la Comunión, fervorosa plática, v1endose tan concurrido este acto que hubo necesidad de que dos Padres Capuchinos distribuyesen a la vez las sagradas Formas. _ B orfeón_ del Patro~to de Valencia, compuesto de cuarenta y cinco plazas y dirigido por el_ J?ven católico D. Baltasar Martínez, acompañado de una sección de profesores mus1cos d~l Colegio de Corpus Christi (entre los que sobresalia el entuSia~ta D. Matías _Guillén), cantó una Misa del ffi!JlOrtal Eslava y dos motetes de los compositores v~enc1anos señores Marco y Cortina; pronunciando el señor D. Ezequiel Esteve_ un sennon de los que tanto le d.isting~en de los demás oradores por el estilo us1vamente suyo, en el que hizo un gran elogio de la V. O. T. Capuchina por su origen venerable, aprobación que ha merecido de los Pontífices, ventajas que reporta en todos los órdenes y santos y hombres eminentes que han pertenecido a ella. La Rda. Comunidad obsequió después a buen número de invitados con abundante comida, quedando todos complacidísimos del trato carifioso y familiar de los Padres que, trocando los papeles y convirtiéndose de dueños de la Casa en humildes criados, desde el Rdo. Padre Guardián hasta el Hermano portero, se multiplicaban para atender a todos y por que nada faltase. A los chicos del Orfeón se les hicieron tres paellas, una principio y postres; lo que fue motivo para que se regocijaran con expansiones propias de la juventud. Por la tarde cantaron algunas piezas, frente al Convento, para entretener al concurso de terciarios y miles de clevotos que invadían los alrededores; siendo aplaudidos al terminar cada composición. A la hora convenida ejecutaron üna trisagio, que se celebró con el Señor manifiesto, y organ.izose luego la pintoresca procesión para subir a la Ermita del Calvario colocada en la montañeta. Figuraban en ella los estandartes de Valencia y de las V. O. T. de la capital y demás pueblos; las imágenes de Sta Isabel, Reina de Hungría, y de San Francisco de s; coros de u.no y otro sexo de varias poblaciones; una charanga de Rafelbuñol; la banda de música de Masamagrell; el Sr. Alcalde con representación del Ayuntamiento dicha localidad; los Religiosos Capuchinos de la Magdalena infundiendo entre las tes veneración profunda, especialmente los jóvenes novicios que, con caras de 6ngeles y con los ojos cerrados, publicaban los desvelos de su infatigable Maestro el Reverendo P. Juan de Valencia, y las niñas del Colegio Asilo de Terciarias de Masamagrell. Cantando himnos populares llegó la interminable procesión al centro de la -colina; y, frente al Ermitorio, se colocaron las banderas y guiones formando un ctrculo que ocuparía una extensión como la mitad de nuestra plaza de Toros. El ~a...,..ote D. Agustín Gaseó, desde un púlpito portátil, hizo una exhortación a los .il.la.J:-es de católicos que formaban el concurso, hablándole~ sobre la necesida<;l de que ,1nc:1m: seamos hoy soldados de Cristo, soldados de la Iglesia, s<?ldados de Leó~ XIII y dados de las Ordenes monásticas, y arrancando de los fieles, l concluir _cada IIM!r10do, protestas de fe y vivas ·atronadores a todo lo bueno. AI_recordar las desdic~ a Patria, que no son.más que castigos de Dios por las aposta.s1as de la España oficial, siguió que todo el concurso se postrase de rodillas y por tres v~ces impl~rase ón y misericordia de los Cielos, con los brazos en cruz... ¡Que fotografia se ubiera podido sacar en aquel momento! Enseguida el tan Reverendo como simpá~co Padre Guardián, visibl~mente ,'-UWlllUvido, y levantando su ardiente voz _en medio de aqu_ella muchedumbre ll~rosa: Invitó a recibir con fruto la Bendición papal que dio co~ toda solemrudad, aau~..udose la fiesta, que casi podemos calificar de Romena con una salva de 135

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