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montes de dificul des que se presentan y se acrecientan cada día. Valiera más que este hombre en un principio hubiera hecho venta del Convento; en este c~so no hubiesen faltado Bienhechores que lo compraran para nosotros. En el es~do triste en que se halla nuestro negocio, conviene que se haga luego luego la transacción, Yque el Convento quede enteramente libre de las u.ñas de los acreedores. Para_ ello debe V. C. estrechar al señor Fabra principalmente, haciéndole presente, que s1 la Magdalena llegase a caer en manos de alguno de sus acreedores, después de la cesión hecha ~r él al Gobierno y del decreto dado por éste, incurriría en el mayor deshonor, desprecio y vilipendio. Apruebo la consulta que trata de elevar al señor Nuncio sobre nuestro ~egocio; pero como estos señores consultan en semejantes casos la voluntad de los Obispos, y obran en cterta manera con dependencia de los mismos, no sé cómo podrá salir airoso en su empresa. Con todo, nada se pierde con que V. C. haga todos los esfuerzos posibles y se logre algún partido favorable. Poco ha, estuvo en ésta mi discípulo el P. Miguel de San Mateo, y me dio noticia de la copia del decreto que el Gobierno había comunicado a este S. Arzobispo. Su secretario mismo le había instruido, diciéndole que aunque el Gobierno había dado semejante decreto, no por eso debimos desmayar. S. Exa., añadió, está bien persuadido de que los Padres Paules, y menos los Congregantes, aceptaratán jamás la cesión del Convento de la Magdalena. Yque ahora lo que conviene es guardar silencio sobre la materia y después poco a poco se ir ' aumentando la familia de la Magdalena sin necesidad de recurrir al Gobierno, pues esto está en sus atribuciones. Si embargo, posteriormente, por medio de un escrito que dirigí a mi discípulo y al P. Antonio Remolar, estreché a ambos para que tuvieran una entrevista con el S. Exa., suplicándole que cuanto antes despachase el negocio en nuestro favor, haciendo ver al Gobierno la resistencia absoluta de los PP. Paúles en aceptar la cesión de la Magdalena, y que solo allí convenían los Capuchinos. Todavía no he tenido la respuesta del resultado de la entrevista que les exigí a la mayor brevedad. • Ahora, si el Arzobispo de Valencia, con quien hemos de contar principalmente, así opina que conviene por ahora guardar silencio, yo en verdad no sé que resolver, si convendrá más el que V. C. se restituya cuanto antes a la Magdalena, o que p nnanezca unos pocos días más en Madrid, ya para componer la transacción referida, ya para el objeto de ver si regresando la Reina y presentándose a él las personas de su con.fianza, se logra algún partido ventajoso. V. C,, pues, que en este punto sabe mejor las cosas, podrá juzgar y resolver lo que mejor convenga. Leí la car~ que escribió V. C. al P. Félix [de la Cruz] y al P. Mariano (de ~edo], Ylos mismos~~ ~eído la que recibí con fecha 14 de agosto. Pero ésta por el mc1de~te de ~abra, tristísima a todas luces, no quiero que la vean; porque su conterudo precisamente debe afectarles. Dicho P. Félix poco ha me envió una esquela para V. C., la que le remito adjunta. Siento la indisposición de resultas de los Erpes y del constipado· cuídese mucho y guárdese de los calores extraordinario que ahí se padecen. ' El Diario de Valencia refiere una carta de Madrid que dice haber tenido nuestro Rmo. e lllmo. Obispo de Cuenca [el P. Fermín de Alcaraz Comisario Apo~tóllco] un ataque de perlecía que le ha privado del habla, y quedas~ esperanza de vi~. otlcia q~e me ha afectado sobremanera. Si ocurriese su fallecimiento (lo que _Dios no pe~ta) me ~ aviso inmediatamente. Yen este caso, le mandaría un e~nto para el senor Nuncio sobre el estado tristísimo de estas Provincias de España, pnvadas de una cabeza superior que las dirija.

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