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terminaron fuera de la Orden algunos de ellos: Bernabé de Astorga, Camilo de Cirauqui, Cayetano de Igualada, Estanislao de Reus, etc. Este asunto de los Díscolos tendrá su continuación y acabamiento en el periodo posterior de la Provincia de Espana (1885-1889) y la Provincia de Toledo (1889-1898). Ello formará parte de la materia de un futuro volumen. Otro detalle a tener en cuenta es el juicio generalmente negativo sobre los viejos de la Provincia de Valencia. Es decir, los exclaustrados de nuestra Provincia que volvieron a los conventos restaurados a partir de 1877. Hay que decir que fue la Provincia que mayor n(Jmero de exclaustrados aportó. Ahora bien, su contribución a la restauración estuvo llena de problemas: por una parte, conservaban la anoranza de lo que habían vivido en su juventud, cuando les cogió de recién profesos la exclaustración; por otra, tenían ciertas costumbres (el peculio propio, el ir "por libre", el tabaco, el entrar y salir del convento sin control, etc.), adquiridos en sus más de 40 años de vida "suelta", y era difícil integrarlos en el grupo. De broma pero refleja muy bien la situación, se decía de ellos que ni el Padre Eterno podía organizarlos. Esto nos lleva a constatar un aspecto importante a tener en cuenta para comprender este perfodo de la historia capuchina en Espana. No se puede olvidar la diversidad de procedencias de los religiosos que comenzaron la restauraci~n en Espana: exclaustrados, de América (Guatemala, Ecuador) y de Sayona; con intereses, formación y vivencias muy desiguales. El coctel era explosivo y explosionó. Una muestra de ello fue el problema mencionado de los Díscolos. Esta documentación que ahora se publica no agota, pues, el tiempo de la exclaustración y de la restauración de la Orden en Espana, y en concreto e • nuestra Provincia de Valencia. Pero puede ayudar a conocerla un poco mejor. Este es el objetivo final de este trabajo. Y la observación final de siempre: Los criterios de transcripción son los usuales en estos casos. He respetado el texto, acomodándolo solamente en cuanto a la ortografía, aunque reconozco que en la transcripción de los textos latinos e italianos puede haber alguna equivocación. Espero que el lector benévolo sabrá corregirlos. Son los textos que más dificultades me han planteado porque la caligrafía de algunas cartas a veces se asemeja a un jeroglífico y si encima se transparenta lo escrito en una cara en la otra... Lo que sí es anadidura mia es lo que va entre corchetes [], para clarificar el texto. Por el contrario, los paréntesis sí que son propios del texto. Alicante, 29 de junio de 1992, festividad de los santos apóstoles Pedro y Pablo. José Vte. Ciurana. • V
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