BCCPAM000533-4-18000000000000

rio, donde tal vez expian las faltas y defectos que duran- te su vida cometieron: «Oblivioni datus sum tamquam mor- tuus a corde.» (Jsaias XXX-13). Ademds ¢no es pensamiento que nos entristece y de- orime, el pensar que al poco tiempo de habernos arranca- do la muerte del Convento en que moramos y de los her- manos con quienes hemos vivido, pueda ser olvidado nuestro recuerdo como si nunca hubiéramos existido? Para evitar, pues, estas cosas a las que tan propensa es nuestra débil naturaleza; para librara nuestros her- manos del olvido en que poco a poco va sumergiéndolos el tiempo, que todo lo borra; para que a nosotros no nos pase lo mismo, segtin aquello del Evangelio: «Eadem enim mensura qua mensi fueritis, remetietur vobis; «para que Dios se compadezca de nosotros, pues, como dice San. Ber- nardo: «Cupis, o homo, ut tui misereatur Deus?.. Ora ergo pro defunctis»>; para gue nuestros hermanos difuntos se acuerden desde el otro mundo de los que somos sus her- manos, segtin lo que aconseja S. Agustin: «Ora pro de- functis, ut dum fuerint in aeterna vita pro te orare non negli- gant,» pero sobre todo, para cumplir con el triple deber que hacia ellos tenemos, deber de caridad, de justicia y de fraternidad, es por /o que he escrito el presente .Necro- logio de nuestra Provincia Capuchina. — Su origen — Hace casi veinticinco anos, que me acompanaba esta idea, que no he dejado de acariciar un sélo dia, pensan- do en los lazos que me unian a los religiosos difuntos de nuestra Provincia y a los que después me unirian con los que me sobrevivieran. Idea consoladora para todos, idea que sies nueva entre nosotros, no lo es en otras Pro- — View vo sce dia adn set 5 4 4 | ;

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz