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— 19 — los niños, las doncellas, los ancianos, y todos los corazones en que arda. ¡0 poderoso fuego, y si le enviases, Señor, á mi alma, en qué poco tendria las cosas que ahora me dan pena! ¡Qué poco estimaria las que ahora busco! Ven á mí, fuego divino, y abráseme yo en tí. Tú bajaste á Dios á la tierra, sube mi alma al cielo. —NUYNIIAS— DIA DÉCIMO POR LA TARDE. WIAAmnane MEDITACION PRIMERA. Del fin del verdadero amor de Dios. Considera, alma mia, que aunque el fin es lo postrero de toda obra, siem- pre es lo primero en la intencion del
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