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MEDITACION SEGUNDA. Que debemos amar á Dios por los beneficios que ha hecho á nuestro cuerpo. Ya has escuchado un poco, alma mia, á la razon y la fé sobre las grandes misericordías de Dios en haberte dado vista, y criado cosas tan magníficas para que le alabáras y obedecieras, usando de ellas con aquel modo virtuoso y recto fin que el Señor manda. Vuelve ahora á escuchar á esta misma fé divina y considera sus palabras. Vuestro cuerpo, dice; es templo de Dios: todos sois parte del cuerpo místico de la Santa Iglesia, cuya cabeza es Cristo.| Sepan, pues, todos los cristianos, que Dios los perderá eternamente, si manchan y pro- fanan su templo que son ellos mismos. ¡0 qué palabras, alma mia, tan dignas
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