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— 109 — siendo Dios, se hizo hombre por noso- tros: mas cuando se nos dá en el Sacramento hace dioses á los hombres. No se muda el manjar en la sustancia del hombre: el hombre es el que se une é incorpora con ese divino manjar. El que come mi carne y bebe mi san- gre, dice el Señor, está en mí y yo estoy en él. ¡Y es posible, alma mia, que esta dádiva asombrosa del divino amor nos la hace el Señor cuando Judas trata de venderle: los ministros y soldados de atarle, prenderle y encar- celarle; los verdugos de azotarle, coronarle de espinas y escarnecerle: Herodes de burlarle, Pilatos de senten- ciarle y los judíos y Gentiles de cruci- ficarle, quitándole la vida entre Jos tormentos mas horrorosos! Si, alma mia, en ese tristísimo tiempo, cuando todos se conjuran contra el santo de Israel, contra el Mesías prometido en