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81 conversacién con San Juan: el Santo serafico, devorado de intensa fiebre, tratando de los arcanos del amor divino con el evangelista del amor. No se conocen réplicas del conjunto, ——- si de la figura aislada de San Fran- cisco. (Fig 2). Muy numerosos son los clit de Theotocépuli que reproducen al San- to recibiendo las llagas. (Fig. 3) Pueden servir de modelo de las principales variantes el lienzo del Escorial y el que fué del Marqués de Cerralbo (Figu- ra 4) Hay que citar igualmente la pintura de Zuloaga, de tamafio muy pe- quefio (Fig. 5). Vese ahi a : San Francisco en pleno bos- que. Las delicadisimas tin- tas empleadas, especialmen- te los grises de plata, dan una muestra singular de la maestria colorista del Gre- co. En la serie de los San Franciscos es un alarde de brillantez, que si no osten- tala fuerza y valentia de otros, atrae irresistiblemen- te los ojos como las mara- villosas vidrieras de nues- tras viejas catedrales cuan- do dan paso a la luz de un sol agostefio. El grupo mas nutrido es el tercero, donde suele ver- se al Santo meditando, ya en la muerte (Fig. 6), yaen la pasion del Sefior (Fig. 7), o bien elevado en contem- placion (Fig. 8), acaso ha- es pip somihr ncrsay adhe: heat (Fig. d blando con Dios o coun el Crucifijo. Alguna vez viste manto, y raramente tiene cubierta la cabeza. No es frecuente que San Francisco aparezca acompafiado de Fray Leén, y entonces suele éste dar las espaldas, derribado en tierra con poco airosa postura ante los esplendores de la aparicién del monte Alverna, 0 le acom- pafia en la meditacién de la muerte, visto de perfil, cruzadas las manos, fi- jos los ojos en la calavera que el santo sostiene. Dada la estética de Theo- tocépuli, no conozco figura mas ilégica que esta del acompajfiante, sin otro oficio que el comparativo y poder Ilenar un hueco con mayor o menor luci- miento de un pincel que en la parte noble del cuadro esté demostrando de mil maneras su maestria.

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