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7A de este arte y equipararlo ala escultura sin ninguna de las ventajas del pleno relieve? gNo hay evidente peligro de caer en la monotonia cromatica? éNo es en algtin caso anular una pintura, que por las circunstancias de co- locacién en iglesias o fondos de oscuras capillas (lugar ordinario del lienzo religioso), queda sumida en las tinieblas y pasa al no ser, o lo que es lo mismo, a no poderse ver? Morir asi a las propias manos de un pintor una obra muy viva acaso, palpitante de emocidn en lo intimo de su espiritu! Pero mds que estas razones explique tal vez el modo de pintar del Greco su sinceridad artistica, que no le consierite tomar los pinceles siro en fuerza de una impresién poderosa. Me fundo para decirlo en cl exemen del conjunto de su obra. Aunque en ella hay cuadros (no muchos) de miiltiples figuras, no se dird que no las haya estudiado concienzudamente una a una. Recuérdese el Entierro del Conde de Crgaz, \a Resurreccién, et- cétera. Cuando las figuras no hacen mds que ntimero, las relega a los ulti- mos términos, como en el San Mauricio. Por lo demas, neda de improvi- saciones 0 impresiones pasajeras. Frente a frente de su emoci6n, la mira de hito en hito, la corrige, la aprueba, le da cuerpo y'la reviste de color. Y co- mo no da una pincelada en balde, jtizguese del poderoso estudio y del con- centramiento artistico que su extensa obra supone. Siendo asi gqué tiene de extrafio que simplifique cuanto le sea posible, y que en sus diversos estudios vuelva sobre sus pasos y nos dé como fruto del trabajo intenso réplicas numerosas, tal vez no mejores que las prece- dentes, siempre no obstante poderosas y sujestivas? Antes de juzgar estas 5 réplicas en definitiva, me parece necesario tomarse el trabejo de datarlas piimero. Buena labor para un grecista que tenga espaldas bastante fuertes para llevar la carga. En el Greco la firmeza de dibujo no es tanto efecto de lamano, como del espiritu. Es el vigor que nace de la exuberancia de! sentimiento y pro- fundidad de emocién evocadora, que llega a la exaltacién. Y ese es el cardcter de su pintura, Hasta sus mismas figuras en apa- rente reposo llevan en su interior tal sobrecarga de pensamiento, de triste- za, de atormentadores citidados, que el pobre cuerpo, su victima, dard mds o menos pronto en tierra. No hay lima que asi desgaste. Esa ebullicién interna se traduce no raras veces en descoyuntemiento de miembros, en retorcimiento y deformacién de miisculos, en inverosimiles actitudes, en’tales sacudimiehtos nerviosos que nos hacen creer en la locu- ra de algunos de sus personajes. De varios de ellos se diria que habian es- capado de un manicomio. Por otra parte, su refinado espiritualismo ensaya reconditeces de idea y expresién plastica muy en consonancia con la8 filosofias en que ‘siempre estuvo envuelto. ¢Qué extrafio que dé a veces en oscuro y enigmatico? ¢Conoce el candor, la armonfa del espiritu, el equilibrio fisiolégico, la alegria ingenua? Podria dudarse, si no vinieran ala memoria la figura dela

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