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Ry 67 maravillosa. Como sucede en la naturaleza con la primavera que des- pierta’a la tierra dormida y como muerta bajo el blanco sudario de las escarchas y nieves del invierno, y la infunde nueva fecundidad y nueva vida que se manifiesta en toda las cosas, en los campos que se cubren con hermoso manto recamado de flores de los mas bellos co- lores, variados matices y gayas formas; y en los arboles que recobran el rico vestido de hojas que les habian arrebatado los frios vientos o- tofiales; y en los cielos que rasgan con torrentes de luz el velo de las pardas y llorosas nieblas; y en los pajaros qne cantan sus amores en los bosques y en los aires y cuelgan de las floridas ramas sus ni- dos llenos con esperanzas de vida; y en los rios y las fuentes que corren bullidoras y alegres, rotas las cadenas con que el hielo habia aprisionado sus ondas; y los dias crecen y brilla mas hermoso el sol y todo se transforma, se alegra y rejuvenece, asi sucedié en el mundo moral y social con la aparicién de S. Francisco. Las almas ateridas y frias renacen a nueva vida al penetrar en ellos el espiritu franciscano. El ambiente espiritual de Europa se renueva y se purifi- ca por su influjo. La sociedad se depierta de aquella pesadilla terrible y angustiosa, y abre, como las flores al sol, su espiritu a la alegria, al amor y a laconfianza. Las artes sacudidos los cendales con que las cubrieran las reglas bizantinas y romanicas suben en raudo vuelo a las cumbres de la verdadera belleza; la arquitectura se renueva en las ba- silicas de Asis; la pintura abre las alas en las obras del Giotto; la poe- sia deshonrada por juglares y cortesanos, recobra su nobleza y su li- bertad y sube a los cielos mas altos y luminosos en la Divina Come- dia del Dante; los pueblos se reconcilian y se abrazan como herma- nos; se rompen las cadenas de la servidumbre feudal y comienza la vida libre de los municipios; caen las espadas de las manos de los guerreros para juntarse y elevarse al cielo en la oracién; el ideal de la santidad abre a la actividad de los espiritus generosos y atre- vidos el camino de las grandes conquistas espirituales y de los heroi- cos y fecundos apostolados; los hombres recuerdan su fraternidad y su igualdad ante Dios, a pesar de las diferencias exteriores y acciden- tales; se despierta en las almas la aspiracién de los bienes espiritua- les y conocen en la pobreza y desprendimiento franciscano el verdade- ro valor de las cosas y el concepto de la dignidad humana y de 1a felici- dad que radican en el trabajo y en la virtud; y en fin, la humanidad rompe su ‘vieja crisdlida y vuela al sol alegre y feliz, regenerada en ese bautismo de amor, en ese nuevo espiritu que derramé sobre ella San Francisco en un nuevo y sublime Pentecostés.

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