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59 catdlica tierra vasca, para aportar a este solemnisimo acto el calor de su férvido entusiasmo y de su concurso generoso y activo, los que se han juntado para descubrir e inaugurar este monumento y esta esta- tua levantada para honrar,... éa quién?... da un guerrero?. A un rey? A un conquistador? A un héroe? A un sabio? A un artista?... Yo miro y contemplo con sorpresa esa estatua y no veo en ella ninguno de esos atributos con que se decora el orgullo humano y se distinguen las grandezas y titulos honorificos de la tierra; no cifie corona, ni lle- va cetro, ni empufia espada, ni el laurel de los artistas lo engalana; yo miro y no veo sino un hombre de cuerpo enjuto y seco, cubierto con pobre y tosco sayal, con los pies descalzos y descubierta la_ca- beza, de faz austera que irradia paz, de mirada extatica en la cual brilla la luz de un ideal extrafio y de una vida intensa. cY porqué, sefiores, a ese hombre oscuro, a ese humilde religio- so, la Iglesia, la sociedad, el pueblo, todas las clases y todos los po- deres reunidos le dedican este homenaje verdaderamente regio y le consagran este bellisimo monumento y levantan en la plaza publica su estatua, honrandola con fiestas y honores que solo se tributan a los héroes, a los genios, a los conductores de pueblos, a los grandes bienhechores de la humanidad? jAh! sefiores, es que ese humilde y en apariencia oscuro religio- so, es mds grande que todas esas personalidades ilustres y célebres, y mas digno, por consiguiente, que nadie, de recibir no solo por la Iglesia en el templo, sino también por la sociedad en la calle y en la plaza ptiblica, los maximos honores. Y esta es, a mi juicio, la primera significacién de este magnifico monumento. Este monumento es un homenaje de admiracion a la grandeza de S. Francisco. Esta grandeza es incomparable y sin igual. La cabeza tonsurada y descubierta del Pobrecito de Asis esta cefiida con la corona invisi- ble de las mayores grandezas y glorias. El es rey que domina en di- latados territorios del espiritu y en el mundo luminoso de las almas, porque también se impera con la virtud y poniéndose a la cabeza de los pobres del mundo, y asi se cred el reino glorioso de S. Francis- co; es héroe que ha llegado a los ultimos limites del valor, a las cum- bres sangrientas del sacrificio en lucha terrible y constante con los poderosos enemigos del alma, con todas las potestades tenebrosas del mal, con todos los instintos perversos de la naturaleza corrompi- da, venciéndolos, y alcanzando el triunfo mas dificil y mas glorioso, que es la victoria sobre si mismo; es andante caballero que armado